domingo, 28 de abril de 2019

Aprendizaje e interacciones en el aula

¿Qué prácticas educativas con evidencias científicas tenemos a nuestro alcance para mejorar el aprendizaje y el crecimiento cognitivo, social y emocional de nuestros alumnos?

Como respuesta a esta pregunta tenemos en esta ocasión una nueva reseña del libro "Aprendizaje e interacciones en el aula" donde Neil Mercer, Linda Hargreaves y Rocío García Carrión nos facilitan métodos de trabajo en el aula, basados en investigaciones científicas, donde el habla y el diálogo son claves para maximizar ese aprendizaje que todos buscamos como docentes.

Cada uno de sus tres autores nos muestra en diferentes capítulos los resultados de sus investigaciones donde el habla, la interacción y el diálogo son claves para crear aprendizaje y promover el conocimiento. Un libro que es una buena muestra de que una educación basada en evidencias es transformadora y que nos incita a dejar de actuar en base a las modas educativas del momento o a una supuesta mejora basada únicamente en el uso de determinadas herramientas.

Neil Mercer, en el primer capítulo, nos hace reflexionar sobre el tipo de conversación que, como docentes, tenemos en el aula con nuestros alumnos; qué tipo de preguntas hacemos y cómo desarrollamos el razonamiento de sus respuestas. El autor sostiene que la mejora de las interacciones entre el profesorado y los alumnos ayudan a su desarrollo personal y razonamiento. Mercer también incide en la importancia de enseñar a los alumnos a pensar de forma colectiva, de modo que sepan "explicar, razonar, persuadir o escuchar cuidadosamente a otras personas" para que el trabajo en grupo se realmente eficaz; potenciar el habla exploratoria de modo que los alumnos sean capaces de compartir la información, razonar y alcanzar acuerdos en los grupos de trabajo.
Un habla exploratoria que, como el propio autor indica, será imprescindible en sus empleos futuros donde los deberán trabajar de un modo eficaz en equipo, escuchando a los clientes, siendo creativos en grupo o tomando buenas decisiones. Y, en este punto, los profesores podemos ser un buen modelo, según hablamos a nuestros alumnos, de modo que adquieran una habilidad para toda la vida.

Linda Hargreaves, en un segundo capítulo, demuestra -algo de sobra conocido- que los profesores monopolizamos la conversación en el aula y damos pocas oportunidades a los alumnos para que hablen. A través de dos proyectos Hargreaves busca romper este desequilibrio fomentando la interacción en el aula a través de un diálogo donde los alumnos entren a discutir y debatir en pequeños grupos de trabajo. Al igual que Mercer, la autora confiere al docente un papel de apoyo a esta interacción grupal, ofreciendo unas normas básicas de trabajo en grupo que fomenten el diálogo en lugar de las clases tradicionales donde difícilmente podemos escuchar a todos los alumnos o permitir que aprendan los unos de los otros.


Rocío García Carrión nos muestra en el tercer capítulo la experiencia de las Tertulias Literarias Dialógicas como actuación que ayuda a que todos los alumnos interactúen socialmente. Una interacción que multiplica el aprendizaje gracias a la interpretación colectiva de una lectura donde se mezclan las ideas, las reflexiones y los comentarios. Unas tertulias que requieren, eso sí, de unas condiciones para que las interacciones provoquen ese diálogo constructivo deseado. Se precisan un diálogo igualitario; que supongan un reto cognitivo (lecturas de clásicos universales); que todos tengan la oportunidad de aportar; y que tengan sentido para los participantes.
Estas tertulias son otro ejemplo, en este caso a través de grupos grandes, de un modelo de relación dialógica con el alumnado donde el docente no monopoliza la conversación, "promueven un clima inclusivo, donde el conocimiento del alumnado se incorpora a través de su participación igualitaria en el diálogo". Como la autora afirma, con este modelo de tertulias dialógicas se mejoran no solo los aprendizajes académicos sino se promueve también un desarrollo de las emociones (solidaridad, valores, sentimientos).

Definitivamente, en mi opinión, con este tipo de actuaciones se pueden superar carencias que, desafortunadamente, son muy abundantes en jóvenes y adultos. Los que provenimos de esa educación monológica hemos tenido pocas oportunidades de desarrollar este tipo de interacciones fundamentales en nuestra vida profesional y personal; mucho más vitales que otras competencias o habilidades que pueden lograrse de un modo autodidacta. 

Óscar Boluda Ivars
Profesor de Formación Profesional

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